Durante este
mes el mundo entero está enfocado en la celebración mundial de la paz, y puede
parecer un concepto anhelado, pero lejano, a medida que nos enteramos de tantos
conflictos que suceden.
Pero la paz no es una idea. Es un
sentimiento que vibra en tu interior, que tu corazón recuerda, y que comienza
silenciosamente a guiar los pasos y las acciones para que florezca ese jardín
en tu propia vida interna, ese jardín de aromas sutiles e imperceptibles, pero
de total y sólida presencia sustentada en el amor conciencia, con responsabilidad
en tu creación y en la de toda la humanidad.
Las emociones acumuladas detonan
reacciones, defensas, protecciones en nuestras relaciones con los demás, pero
es desde un nivel superficial que podemos aprender a manejar, para que,
realmente, desde una experiencia profunda de paz, esto se pueda transformar y
dar paso a la manifestación del bien más elevado para todos. ¿Y cómo se logra
esto? Viendo y viviendo estas situaciones como maravillosas oportunidades para
conocerse a uno mismo, para transformarse y cambiar, para amarse más, y así,
ser evolución permanente en la propia vida.
Cuando nuestro foco es nuestra
paz interior, es la expansión del amor conciencia, nada nos puede sacar de
nosotros mismos. Si estamos limpios y vacíos de todo lo que nos impide
experimentar la paz, y aunque lo mismo se siga repitiendo afuera, ya no se
dispara la misma reacción frente a la injusticia, o frente a alguna respuesta o
acción de alguien, ya la respuesta no es violenta.
Toda la energía está
entonces al servicio del cambio. Y lo más hermoso de esto es que nos podemos
transformar, así, en una fuente incesante de dar, lejos del egoísmo. Pues el
dar es la verdadera naturaleza de la conciencia y del amor.
Entonces, este
juego es: limpiar por dentro lo que no me gusta afuera. No es cuestión de
entender, no se puede. El intelecto enseguida dirá: ¡yo no soy así, no! Y es
que en realidad está magnificando afuera algo que es muy sutil en el interior,
y jurarías que no lo tienes, pero en realidad, desde esta unidad que la vida
es, somos todo, todo está en nosotros.
Cuando lo externo te afecta, tendrás
que amarlo internamente, entregarte a eso y sentirlo, para así dejar ir la
carga que se detona. Ese es el espejo, hasta que no te queden juicios. Y cuando
mires todo y solo veas amor evolucionando, lo único que percibirás será la
perfección, también evolucionando.
Y así, puliendo y amando, cambiando y
siendo tan abierto y dispuesto a ser cada vez más, cuando le digas algo a
alguien, cuando veas algo afuera, lo estarás pasando por tí internamente. Dos
aspectos muy importantes que ayudan son: soltar la necesidad de tener razón y
escuchar la voz de tu corazón.
Cuando nos apegamos a nuestro punto de vista
éste puede llegar a ser más importante que cualquier otra cosa. Como consecuencia,
sentimos una urgente necesidad de tener razón, lo que a menudo exige demostrar
que el otro está equivocado, y entonces se genera el conflicto. Siempre que
sentimos esta necesidad de probar un punto, perdemos de vista la dicha de cada
momento.
Es fácil saber cuándo una idea o una opinión están basadas en el
miedo: vienen acompañadas de la necesidad de defenderlas, para protegerlas de
los que no están de acuerdo con ella. Ésta es la raíz del fanatismo.
El amor,
por el contrario, no necesita defensa. Se trata de una apertura fresca y dulce
que abraza las opiniones de los otros. Al dejar de lado tu necesidad de tener
razón, aprendes a fluir con el mundo.
Para hacer esto no es necesario pensar
que te has equivocado. Simplemente te abres a la posibilidad de que tu punto de
vista no sea la verdad absoluta, que en el gran esquema de las cosas, ni
siquiera importe, que en realidad, esta opinión tuya tan preciada es sólo otro
pensamiento, es sólo otra construcción de la mente.
Simplemente el ceder a esa
flexibilidad te lleva a un lugar donde puedes ser más receptivo. "Yo no
sé" es una de las expresiones más poderosas en el camino de crecimiento
interior. Cuando te das cuenta que no sabes, te abres a recibir.
Obsérvate.
¿Dónde es que tus opiniones se volvieron más importantes que la paz, que la
armonía? Pregúntate a ti mismo: ¿estoy peleando por mis ideas o estoy abierto a
ver una nueva perspectiva, a evolucionar más allá de mi comprensión actual?
Lo
que estoy sugiriendo no es que abandonemos nuestros ideales, sino que no
perdamos de vista lo verdaderamente importante: siempre relacionarnos desde un
lugar de amor.
Bé, molt bé.
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