Durante los años que llevo dictando seminarios sobre crecimiento interno,
me he encontrado con muchas personas que sufren de insomnio. ¡Hay quienes
llevan décadas sin dormir, y ya no dan más!
El insomnio es causado, a menudo, por nuestra incapacidad para desconectarnos
del afuera. Pasamos tanto tiempo con la atención hacia todo lo externo,
centrándonos en las distracciones del mundo, que parece resultarnos imposible
parar. Seguramente ya habrás notado esto cuando sales de vacaciones: puedes
estar en una playa paradisíaca o tener enfrente una impresionante vista
panorámica, rodeado de tanta belleza, tanta perfección, y sin embargo… la mente
continúa con su ruido.
Nos resulta imposible desconectarnos, únicamente para ser, para disfrutar
plenamente la vida tal como es, ahora. Nos hemos acostumbrado tanto a la
planificación, a la preocupación, a la organización, al control, que nos hemos
olvidado de cómo parar. De modo que cuando nos acostamos por la noche, nos
encontramos con que la mente continúa su actividad. El organismo quiere
descansar, pero el intelecto está fuera de control, corriendo carreras consigo
mismo, perdido en un estado permanente de distracción y preocupación.
Así como hemos desarrollado el hábito de la distracción constante, podemos
desarrollar un nuevo hábito: el de estar presentes, el de enfocarnos en la
belleza de este momento. Al principio puede que nos parezca difícil, pero es
únicamente porque nos hemos pasado tanto tiempo haciendo lo contrario. Es
cuestión de ejercitarnos, de hacerlo una y otra vez. Si comenzamos a crear el
hábito de traer nuestra atención a este momento, comenzaremos a ver muy pronto
los resultados.
Es maravilloso ver la rapidez con que las personas curan su insomnio a
través de la práctica que enseño, y que está justamente diseñada para anclar
nuestra atención en el momento presente y crear este nuevo hábito como una
constante, en lugar de algo que solo recordamos hacer de vez en cuando. Yo
llamo a esto la estabilización de la conciencia: nuestra conciencia anclada
permanentemente en la paz y la estabilidad que se encuentran en el interior de
nuestro ser, independientemente de lo que puede estar ocurriendo a nuestro
alrededor.
Una vez que empezamos a basar nuestra seguridad y bienestar en nuestro
estado interno, nuestra dependencia de las arenas movedizas de lo externo
comienza a disminuir. Y ésta es la verdadera libertad. Porque si dependemos
constantemente de lo que no podemos controlar y que siempre cambia (o sea lo
externo), entonces ¿cómo vamos a lograr sentirnos libres? Seguiremos siendo
esclavos de las cosas y de la gente que nos rodea, nuestra estabilidad va a
depender siempre de eso.
Pero si aprendemos a cultivar la plenitud interior, podremos disfrutar del
mundo en que vivimos sin el miedo a la pérdida y sin la necesidad de
controlarlo todo. Esto nos permite dejar de lado nuestra necesidad constante de
preocuparnos y planificar, y concentrarnos en la planificación sólo cuando sea
necesario. Pero cuando no lo es – como cuando nos acostamos en la cama por la
noche – dedicar nuestra energía a disfrutar plenamente de ese momento de
descanso, satisfechos en la dicha de ser.
También es importante no obsesionarse con la idea de “tener” que dormir.
Este pensamiento posiblemente nos agite y así el sueño se aleja de nosotros. La
idea de que las cosas deben ser de cierta manera, diferentes a como son, es lo
que nos impide relajarnos en cada momento, es decir cuando enfrentamos la
situación. Y si no podemos hacer eso, posiblemente tampoco podremos entregarnos
en los brazos del sueño.
El sueño es un tiempo en el que estamos solos con nosotros mismos.
Aprendamos a disfrutar de nuestra propia compañía en lugar de evitar ir hacia
adentro a toda costa. Esto hará que el dormir sea más agradable y, sin duda,
más fácil de alcanzar. Simple y relajadamente, sucederá.
Hoy, cuando llegue el momento de ir a dormir, recíbelo con un sí, un
profundo sí a estar contigo mismo, dispuesto a descubrir un momento nuevo, una
oportunidad de transformar la inercia y la costumbre, en creación. Esto dará
lugar a una experiencia de regeneración física, mental y emocional, un descanso
a un nivel profundo totalmente desconocido y un bienestar que, como
consecuencia, acompañará tus horas y tus días, disfrutando de una mejor calidad
de vida, autodescubriéndote y dando lugar a más. Prueba, y ya me contarás.
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