Facundo Cabral
Uno de sus más bellos escritos fue:
“…No perdiste a nadie, el que murió simplemente, se nos adelantó porque para allá vamos todos. Además lo mejor de él, el amor, sigue en tu corazón. ¿Quien podría decir que Jesús está muerto? No hay muerte: hay mudanza. Y del otro lado te espera gente maravillosa: Gandhi, Michelangelo, Whitman, San Agustín, la Madre Teresa, tu abuela y mi madre, que creía que la pobreza está más cerca del amor porque el dinero nos distrae con demasiadas cosas, y nos aleja porque nos hace desconfiados…”
Este texto es una pequeña parte de los muchos que escribió cargados de inspiración, amor por la humanidad y buena fe. Quienes admiramos su obra no sentimos la más mínima necesidad de “rasgarnos las vestiduras” en señal de duelo. Quienes llevamos en el corazón a Facundo Cabral, no necesitamos sembrar más intolerancia, ni más enojo, ni más lágrimas en la Tierra que vio nacer al hombre, al maestro, al artista, al ser humano, al cantante. Quienes entendimos sus letras escuchamos su voz que desde lo profundo del alma nos dice:
“… Y que no te confundan unos pocos homicidas y suicidas. El bien es mayoría pero no se nota porque es silencioso, una bomba hace más ruido que una caricia, pero por cada bomba que le destruya hay millones de caricias que alimentan la vida…”
Su muerte duele, sí. Pero si alguien todavía no puede comprender este hecho ni aceptarlo (tal como fue), entonces se puede deducir que tampoco comprendió el idioma con el cual se comunicó Facundo Cabral.
Ya despojado y libre del dolor humano, sin las ataduras, los deseos, las batallas y las realidades de esta dimensión, Facundo es luz, es inmortal y vive en mí. Eso es lo que ahora cuenta.
Lo siento, te amo.
© Todos los derechos reservados. Vivi Cervera 2011.
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