Te preguntas por qué hay tantas personas que buscan y prueban tantos métodos de auto-ayuda o espirituales, pero en realidad no se comprometen con nada.
lunes, 18 de julio de 2011, publicado en Losandes
Cuando quieres encontrar tu verdad interior, cuando tu llamado es a la auto-realización, entonces te enfrentas y tienes que ver cosas, y claro, lo puedes tomar como si todo tuviera que ver con el afuera, pero si tu búsqueda tiene un anhelo de verdad, en algún momento te tendrás que ver profundamente.
Si no quieres ver, puedes cambiar de camino espiritual como cambias de pareja, buscando siempre en lo externo para que te satisfaga o sea como tú quieres que sea, pero en algún momento y en última instancia, te tendrás que dar una mirada a ti mismo y tomar responsabilidad, pues tendrás que sanarte y expandir tu conciencia, tendrás en algún punto que soltar las máscaras y rendirte, entregarte a ese encuentro de ti mismo. ¿Puedes rendirte, puedes entregarte en amor a ti mismo en este momento?
Esto requiere un corazón valiente, pero claro que puedes, y es así que a medida que cultivamos la conciencia es más fácil cada vez, y se torna natural: más conciencia, entonces puedo confrontar más miedos, más conciencia, puedo confrontar más miedos aún. Para esta parte del camino tienes que tener una herramienta que expanda tu conciencia, para así tener tu red que te sostenga. Pueden ser las herramientas que yo te enseño, que están en mi libro, o puede ser cualquier otra herramienta, forma de meditación, etc., que tengas.
Y cuando hablamos de rendición, estamos hablando simplemente de entrega: entrega al momento, entrega a ti mismo, a tu corazón, a ser un cien por ciento lo que tu corazón te pide.
Esto es lo más vital que tienes que aprender, porque es la confianza absoluta: me rindo, me entrego, me abro a recibir, a fluir, confío en mi creación, y en cada momento me enfoco en eso. Rindo mis emociones, rindo mis juicios, rindo todo y luego vuelvo a enfocarme en la conciencia. Siempre rindiéndome, entregando mi cabeza a mi corazón.
No tengo que pelear, mi corazón no sabe pelear, porque el corazón no tiene nada que proteger, es infinito y eterno, así que sigo rindiendo la cabeza al corazón. Yo siento que es como una reverencia que uno le hace a Dios: me rindo, me entrego. Y en realidad es eso. Te estás rindiendo a la fuente más elevada, que es la divinidad, el amor incondicional, Dios. Estás rindiendo la dualidad a la unidad.
Entonces digo "sí" y confío, hago lo opuesto a lo que siempre he hecho, a lo que siempre hice: pelear para tener razón, las cosas a mi manera, siempre peleando, contradiciendo, discutiendo, siendo complicado. Mientras que simplemente, puedo decir "sí". Simple.
Por Isha
No hay comentarios:
Publicar un comentario