No
te ocurre que te pasás el día corriendo, haciendo cosas para y por los demás, y
que al final del día te agarra una sensación de desgaste, hasta de desolación,
como que tuviste tiempo para todos, excepto para vos?
Tu cabeza puede decirte
lo importante que es todo lo que hiciste y que en realidad no hay de donde
sacar un espacio para vos, pero ¿sabés qué descubrí? Que es porque uno se dejó
última en la lista, por un sentimiento de no merecimiento, de yo no valgo, de
yo no tengo el derecho, de culpa, o de sentirse egoísta si lo hacemos. Y me
podrás decir: eso no es haraganería, pero ¿cómo llamarías a dejarse estar en
lugar de actuar? La comodidad brota del temor a lo desconocido y del miedo al
fracaso.
Nos sentimos seguros dentro de esos límites, pero en realidad, esa
comodidad es como una jaula dorada que nos protege de nuestra verdadera
grandeza. Cuando no nos empujamos a ser más, nos conformamos con la
mediocridad. Lamentamos lo que falta en nuestras vidas, pero no tomamos acción
para cambiarlo.
El miedo al fracaso nubla nuestra percepción respecto de
nuestro potencial. La mente nos convence de que no somos capaces de más, de
modo que nos quedamos en el mismo punto. Te preocupa lo que te dirán si te
tomás un rato para ir al gimnasio en vez de estar sentada en casa, abrumada por
lo que tenés que hacer, aplastada por un sentirte incomprendida, o frustrada en
algo personal y profundo.
Te preocupa que te tilden de egoísta o de
despilfarrar el dinero, pues en tu familia es algo que las mujeres no harían,
si no, se las llama de otra manera, o se las mira mal. ¿Te suena? Es más fácil
sentirse mal y pobrecita yo, con una casi depresión, a sentirse bien y
grandiosa y salir al mundo a tomar responsabilidad. Suena duro pero, ¿no se
acerca a la verdad? Nos aferramos a la comodidad porque le tenemos miedo a
nuestra grandeza.
Es más seguro quedarse en las sombras que estar a la luz
siendo el centro de atención: allí nos arriesgamos a ser criticados y juzgados
por los de afuera. La grandeza requiere la valentía de pararse solo y no
transigir con tu verdad. Provoca cambio y causa evolución. La grandeza diseña
su juego y no se limita a lo establecido. Confiar en uno mismo, ser íntegro sin
abandonarse para complacer a los demás - eso es grandeza. Hay un cierto nivel
de complacencia colectiva en la sociedad.
Romper con eso y ser uno mismo
requiere valor, pero si realmente queremos ser libres de nuestra propia
inercia, debemos arriesgarnos y dejar de preocuparnos por lo que la gente pueda
pensar. Debemos estar dispuestos incluso a cometer errores, a probar cosas
nuevas y tener nuevas experiencias, a mostrarnos y expresarnos.
Si me
mantengo fuera de la masa colectiva, si hago algo digno de ser notado, me pongo
en un lugar de responsabilidad. Claro, requiere menos esfuerzo echarme hacia
atrás y culpar a mi situación financiera, a mi educación, a la sociedad, por no
poder cumplir mis sueños. Sin embargo, todos somos capaces de ir más allá de
nuestra zona cómoda y alcanzar la grandeza. De hecho algunas de las personas más
inspiradoras y célebres de la historia han ido más allá de todas las
dificultades, alcanzando logros espectaculares.
Ellos son los que dijeron que
sí cuando todo el mundo decía que no, los que podrían haber utilizado sus
circunstancias extremas como excusa para no llegar a nada en sus vidas, pero
eligieron no caer allí. ¿Puede un hombre negro ser presidente de los Estados
Unidos? ¿Puede un hombre vencer el cáncer y ganar el Tour de France? ¿Puede un
asceta no violento liberar a una nación de un Reino Imperial? ¿Puede un hombre
con parálisis severa inspirar a las mentes científicas, más que ningún otro
desde Einstein? ¿Puede un hombre sordo escribir un concierto? Por supuesto que
pueden. ¿Por qué no puedes tú entonces, vencer las limitaciones auto-impuestas?
Estamos rodeados de personas que han ido más allá de la mediocridad, a pesar
de que tenían razones muy válidas para no hacerlo.
Cuando tenemos la pasión
en nuestros corazones, cuando estamos dispuestos a cuestionar aquello a lo que
estamos acostumbrados y empujar a través de nuestros miedos, nada es imposible:
todo parece posible y nuestros sueños comienzan a convertirse en realidad.
Cuando
creamos nuestros sueños, somos ilimitados. ¿Dónde estás cómodo en tu vida?
¿Dónde te estás echando hacia atrás prefiriendo no actuar para no agitar las
aguas? La comodidad excesiva puede manifestarse como la pereza física o
haraganería, el comer demasiado, una resistencia general a ser pro-activo o a
cambiar, o, más sutilmente, a continuar evadiendo la confrontación, la
intimidad, o las situaciones que te causan emociones extremas. Observa estos
lugares de comodidad en tu vida y empieza a desafiarlos.
Empújate a salir de
tu zona de comodidad todo lo que puedas. Camina hacia las personas que te hacen
sentir incómodo o inseguro y diles eso que sientes. Luego fíjate cómo eso te
hace sentir.
Prueba cosas nuevas. Asume riesgos. Atrévete a estar incómodo.
Pronto te darás cuenta que cualquier abandono de tí mismo, por más
"cómodo" que parezca, es siempre, en última instancia,
insatisfactorio.
Te deja indiferente, sin inspiración, e infeliz contigo
mismo. Sé directo, honesto y pro-activo, empújate a ser más y desafía las ideas
que tienes sobre quién eres y de lo que eres capaz. Aunque parezca incómodo en
un momento, será infinitamente más satisfactorio.
Quina bofetada més oportuna.
ResponderEliminarMoltes gràcies.