Hace un par de semanas este texto me encontró y se presentó ante mí.
Lo dejé en donde estaba porque hacía frío y yo no estaba lista para escribir.
El día de hoy me sorprende mi deseo de darle vida y entonces le escucho decir:
-Escribir es osado. Por eso siempre hazte acompañar de palabras
valientes, dijo.
-¿Palabras
valientes? ¿Por qué lo son? Pregunté.
-Porque no tienen miedo de ser escritas, no temen interrumpir el ruido
de la mente, ni romper esquemas, ni “herir” silencios. Ellas quieren re nacer
siempre a través de ti y quieren ser leídas o pronunciadas por quienes se hayan
preparado para recibirlas.
-Entonces
me siento honrada. No sabía todo esto de las palabras, respondí.
-Pues no
vuelvas a subestimarlas ni a quedarte sin ellas, dijo. Y el diálogo terminó.
Yo, sin
vacilar de inmediato empecé a escribir…
Mi cuestión es que la vida ya está hecha y a veces creo que no
necesita ni de mis escritos, ni de mi osadía para ser. La vida es perfecta como es. Sin embargo me redime el hecho de que
escribir no depende de mí. Los escritos, los libros y las palabras se
encuentran flotando en el espacio, suspendidas por hilos que provienen de
fuerzas desconocidas que buscan y encuentran al ser humano que habrá de darles
a luz (o parirlos) en esta dimensión. Yo no elijo los escritos, ellos me eligen
a mí, son mucho más valientes e inteligentes que yo y tienen vida propia.
Escribir es osado porque significa desnudarte, ya que quien te lee
siempre ve más allá que tú y por lo tanto te ve entre tus letras, lee lo que tú
no lees aunque el escrito haya nacido a través de ti.
Escribir es hacer tuya la valentía de las palabras. Por medio de ellas
atraviesas las más elevadas barreras de quien las lee y sin ambigüedad alguna
conviertes el orgullo en dignidad, el drama en perdón, la culpa en redención.
Las palabras viajeras nos alzan en sus brazos y logran llevarnos por esos
extraños espacios en los cuales una paz desconocida se vuelve nuestra.
Conozco 4 palabras valientes que son: lo siento, perdóname, gracias,
te amo. La intimidad que puede llegar a existir entre
ellas y tú es milagrosa. Ellas entran en la espesa bruma donde te encuentras y
se enfrentan hasta con el más oscuro y poderoso de tus secretos, o con la más
dolorosa de tus memorias, aun sin que te enteres, aun sin que el mundo se
entere. Ellas arrojan luz sobre tus dolores y cuando éstos ya encandilados
pretenden huir, quedan atrapados en su sonido, envueltos en su cadencia,
poseídos por su magia, extasiados con su amor y entonces se funden con todo, se
convierten en lo mismo, y así regresan al lugar de donde vinieron, a la unidad
que somos.
Después de eso te limpias, te sanas, te amas, respiras; tu sendero se
despeja, y puedes ver al mundo como realmente es.
Jamás sabrás por qué esas 4 palabras te eligieron, quizá no llegues a
descubrir todo su poder, así como quizá no sepas qué es exactamente lo que
estás sanando a través de ellas. Tú sólo sabes que son eternamente tuyas y tú
de ellas.
Al final de este escrito descubro que tú eres valiente por pronunciarlas,
por entregarles tus más preciados secretos, por sanar entre susurros, y por
enfrentar a solas tus demonios. Vivir es valiente porque hay que caminar un
largo trecho antes de descubrir que todo lo creado está hecho con la misma
energía de las palabras.
A las
palabras valientes sólo puedo decirles que:
Lo siento, si en algún momento dejé de pronunciarlas por estar
distraída. Les pido perdón por perderlas de vista cuando necesitaban ser
escritas. Les doy las gracias por la luz que me infunden y las amo por sanarme.
Gracias por
permitirme comprender por qué es importante escribir.
Gracias a
ti por leerme.
© Todos los
derechos reservados. Vivi Cervera 2011.
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