Ya pasamos
la primera década del siglo XXI, y cuando lo decimos así impacta, y si
recordamos todo lo aprendido, aquello que nuestros padres nos contaron sobre
sus tiempos y los de sus ancestros, y cuando vemos que la ciencia hoy supero
por mucho la ficción de ayer, y la ciencia defenestra supersticiones - teorías
de antaño y hasta con nuevos planetas nos podemos encontrar.
La ciencia moderna encuentra experiencias que coinciden con la
creencia o plegaria espiritual, aunque no la pueda explicar. Hoy todo se está
unificando, toda separación se está disipando, pero requiere de nosotros
permitir su evolución.
Como yo siempre les digo, si no hay evolución no hay
cambio, si no hay cambio no hay vida, pero tenemos que permitirle el ciclo
natural en lugar de aferrarnos al pasado como algo estático e inamovible.
Nuestro hijos, nietos, y hasta bisnietos nos enseñan hoy la velocidad del
cambio, la presencia de lo que es en cada momento y cada uno de nosotros
podemos aprender, experimentar, y unirnos en vez de separar.
Hay tantas ideologías
en el mundo. Algunas de ellas son hermosas y otras son destructivas. Algunas
son creativas y otras son represivas. Algunos tal vez las deseamos aplicar y
otras no nos atraen, pero todas tienen una cosa en común: todas ellas son sólo
ideas (de ahí la raíz de la palabra: idelogía).
En nuestra búsqueda para
sentirnos seguros y definir nuestra identidad, nos apegamos a una idea tras
otra. Nos encerramos en una caja rígida tras otra. El amor-conciencia es como
una habitación sin paredes.
No se puede encajonar, ni cerrarse, no tiene
opiniones, sólo una apertura constante a la evolución, un enfoque firme en la
expansión del amor. Su expansión, su vibración, su alegría es infinita y
eterna.
Algunas ideologías vibran más en el amor-conciencia, pero si somos
insistentes - tiene que ser así - se convierten en opresivas. Este no es el
comportamiento del amor-conciencia. El amor-conciencia no segrega. Lo abarca
todo y dentro de ese abrazo se mueve con alegría hacia una vibración más
elevada del amor. Lo que es inmaduro, lo que ya no sirve, la descarta
naturalmente en su constante evolución hacia una mayor conciencia, hacia la
unidad.
No se trata de negar las cosas que percibimos como algo negativo en
el mundo - como la guerra, el hambre o la discriminación - se trata de
contribuir con aquello que queremos ver más - la paz, la libertad, la
aceptación - en lugar de separarnos a nosotros mismos y centrarnos en lo que
queremos eliminar.
No transformes a una idea en particular como algo
especial. Lo único especial, lo único importante, es la alegría del ser, esa
paz, ese amor, creciendo y moviéndose en olas expandiéndose permanentemente,
como el testigo silencioso de un mundo en evolución.
Con el tiempo, he
encontrado que hay un núcleo común que nos mueve a todos, independientemente de
toda nacionalidad o credo: el amor. Todas las religiones están de acuerdo que
Dios es amor. La forma en que se presenta esta sabiduría puede cambiar y la
parafernalia alrededor de esta verdad puede ser diferente, pero la verdad central
es común a todas las religiones.
En los brazos de unión, podemos ver a un
solo ser, un amor, sea en la monja o el ateo, el rabino o el agnóstico, porque
en última instancia todo es amor. La física cuántica puede demostrar nuestra
unidad, a pesar de que no se lo puede explicar, es la experiencia máxima,
imposible de entender, imposible de negar.
En la espiritualidad moderna, se
habla mucho sobre el ego. Yo no me enfoco tanto en eso, ya que he visto a
muchas personas quedándose atrapadas en la lucha contra él o tratando de
destruirlo.
Esto viene de un malentendido muy común: la idea de que el ego es
intrínsecamente malo o hasta malvado. Esto alimenta la creencia de separación,
la separación de uno mismo.
No hay nada malo con el ego. Es sólo una protección.
El ego comprende la personalidad individual, las máscaras y las defensas que
utilizamos para ocultar nuestra inseguridad.
Para explicar esto, a menudo uso
la siguiente analogía:
En tu viaje hacia el despertar, no trates de destruir
el ego ni luchar contra él: pues al hacerlo sólo estás alimentando la
separación. En cambio, enfócate en cultivar esa majestuosa águila que está en
tu interior.
Cuando tu conciencia haya madurado, el ego se desprenderá
naturalmente sin ningún tipo de esfuerzo por tu parte, porque ya no quedará
nada que proteger.
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