Generalmente
asociamos las adicciones al consumo de sustancias, ya sean cigarrillos,
alcohol, drogas, sexo, personas, compras, pero en realidad somos adictos a una
infinidad de cosas: a comportamientos, a ideas, a emociones, o sea, nuestro
"ser adictos a algo" es nuestra dependencia a ese consumo, a la acción,
al sentir o incluso al pensar.
La dependencia comienza en la
necesidad, la necesidad comienza en un marca que quedó grabada con una emoción,
con un recuerdo, con una sensación. Y es aquí donde estamos separados de
nosotros mismos y nos sentimos separados del amor, o creemos que necesitamos
algo más, algo externo a nosotros para ser felices, para ser amados, para estar
en paz.
Cuando somos dependientes de nuestras adicciones creemos que eso es
lo más importante, nos domina la urgencia de satisfacerla, cosa que dura por un
período cada vez más breve, y luego el “quiero más” comienza a escucharse
nuevamente. Pero cuando sanamos la raíz de esa necesidad, la raíz de la
adicción, cualesquiera que ella sea, nosotros mismos y nuestro bienestar, el
amor y la paz interna pasan a ser lo más importante en nuestra vida, y por lo
tanto, cuidamos de ella.
La adicción del tipo que sea siempre lleva a que nos
abandonemos constantemente, y ese abandono es un lugar de separación de
nosotros mismos en el que hay miedo, hay sufrimiento, hay memorias del pasado
que nos separan internamente de ese lugar de amor. Si te enfocas en amarte a ti
mismo, en expandir tu conciencia de la forma que prefieras, eso te permitirá
sanar ese lugar y, como consecuencia, la raíz de estos comportamientos también
se sana y desaparece. Nuestra vida se transforma en un fluir constante, donde
abunda el amor, la alegría, donde experimentas paz interna y la compartes con
tu entorno.