Cuando algo
no te sale como esperabas, ¿cuál es tu respuesta?
Podrías decir que por tal y cual
que hicieron eso y afectaron a todos estos, que estafaron por allá y se
quedaron sin dinero por acá y no le pagaron a la gente.... Que porque eligieron
a tal que prometió cual y ahora no cumple, en síntesis, la respuesta sería: ¡Me
fue mal a mí, por tu culpa!
Y así, en vez de tomar responsabilidad de lo
que nos toca, o estar abiertos a ello, lo ponemos en el afuera asociándolo con
la mentira de alguien, con la verdad disfrazada por conveniencia de otro, con
una acusación falsa para desviar la atención hacia otro, etc. etc. ¿No hacemos
todos esto mismo cuando somos pequeños?
¿Acaso no mentimos para no meternos
en problemas, o no decimos la verdad completa así no nos retan, o no decimos
que la culpa fue de nuestra amiguita o hermano cuando no es cierto, etc. etc.?
¿Acaso no son comportamientos de extrema inmadurez y falta de integridad,
cuando un ser humano adulto, que sabe lo que hace o tiene todas las
posibilidades de ser responsable, sigue eligiendo actuar como un niño pequeño
asustado de sus mayores?
¿Y la falta de integridad, sea comercial o personal
en la que, además de mentir, hacemos algo para perjudicar al otro, para tomar
ventaja y quitarle lo que nuestro grito de injusticia, al sentirnos víctimas,
grita? También lo hemos hecho, tal vez rompiendo su juguete, escondiéndoselo,
provocando su pérdida y teniendo el falso sentimiento de que uno está ganando.
En
realidad estas formas de actuar no son, en la vida adulta, expresiones de la
conciencia, no aportan a una mejor calidad de vida ni expanden el amor, ni
extienden la paz ni la felicidad en nuestro entorno.
No nos ayudan a crecer
ni a evolucionar en nuestros aspectos más elevados, por lo tanto, si es algo
tan viejo, tan infantil y queremos, cada uno, cambiar como individuos, tenemos
que dejar de repetir lo mismo, hacernos consientes de lo que no nos damos
cuenta y elegir las opciones más dignas y elevadas en cada momento, romper con
la inercia y la comodidad y animarnos a ser todo lo excelentes y magníficos que
podemos ser.
Tenemos que tomar realmente al toro por las astas, mirar a los
ojos al resentimiento que sentimos internamente, ese sentir que quiere destruir
todo lo externo porque no tiene lo que quiere, que quiere aniquilar al que se
interponga porque sentimos que nos transformó en víctimas, olvidando aquellos
momentos en que tal vez el amor estaba viniendo y lo rechazamos.
En
definitiva, no recibo lo que quiero, ya sea amor, ya sea apreciación, pero muy
profundamente es porque siento que no lo merezco. Entonces, a preguntarse -
¿soy víctima del otro, del afuera, o de mi propio sentir de que soy menos, de
mi miedo a ser abandonado y no querido, de mi rencor y resentimiento que me
dejan encerrada en un lugar cada vez más pequeño, donde todo lo que veo es NO?
Si
tenemos la suficiente honestidad para mirar en profundidad a los ojos a estas
trampas internas, podremos, sin duda, profundizar un poco más en los aspectos
del amor, la paz, la felicidad, y crear esto en nuestras vidas abundantemente
para cada individuo y para la totalidad.
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