Es fácil ver
si uno es prisionero de una estructura de rigidez, es fácil darse cuenta si uno
se está aferrando a las ideas propias sobre las cosas, sin espacio para la
flexibilidad, o si vive encajonado dentro de un NO a lo diferente, sin querer
cambiar. Pero supongo que si estás leyendo esto, ya estás abriéndote a ver, a
cambiar, y tal vez se esté al encuentro de aquello que se resiste.
¿Cuántas veces tenemos una pelea con los
progenitores, pues no se abren a lo nuevo y pretenden que nos quedemos
encasillados en esa estructura considerada segura, y luego, de mayores, nos
encontramos con que eso mismo lo hacemos internamente? Lo que aprendemos y
combatimos, muy a menudo, por no decir siempre, somos nosotros mismos.
Lo más importante es que estés llegando a este
punto, porque cuando uno puede ver, realmente puede empezar a cambiar, puede
comenzar a abrir esos encasillamientos prolijamente etiquetados, creyendo saber
qué es cada cosa y dando una falsa seguridad ¡y es así como tu proceso se puede
transformar, sorprendiéndote cada día!
Con la disposición al cambio podrás comenzar a ver
cada aspecto que limita tu fluir, cada resistencia a lo nuevo y la lucha de lo
viejo por prevalecer. Y en cada uno podrás ver lo que está más profundo, y tal
vez encuentres, por ejemplo, muchas ideas que pueden ser muy inteligentes, pero
que tal vez se pueden dejar ir ahora, pues ya no están alineadas con el aquí y
el ahora, con ese aspecto que te está pidiendo evolucionar internamente. La
vida, si algo tiene que sea constante, es el cambio, eso es lo único seguro y
permanente, y en su movimiento evolutivo sólo se puede fluir, pues cualquier
otra cosa traerá dolor. Es como si la corriente de un gran río te llevara y
quisieras aferrarte a las raíces o ramas de las orillas: si luchas contra la
corriente te lastimarás de seguro, pero si confías, flotas y te dejas llevar,
verás que las aguas te arrastrarán a un nuevo lugar.
Y así, en esta confianza, podrás seguir abriendo
tus cajitas y vaciándolas, ¡hasta que te encuentres viviendo en una caja muy,
muy grande que no tiene ni muros ni tapa ni piso, que sólo contiene la
totalidad y está llena de amor, y no tiene límites! Y al enfocarte en la
conciencia, es hacia allí hacia donde te dirige tu brújula interior.
Y no malinterpretes: al dejar ir los apegos, lo
único que estarás soltando es el miedo que habías proyectado sobre las cosas, y
por lo tanto, estás dejando ir aquello que te limita y que no te permite ser
plenamente feliz, que no te permite vivir en paz y en amor incondicional, por
lo tanto, desapegarse no implica abandonar nada, sino que al cambiar, integras
todo en una profunda unidad, la unidad que vibra en el amor. Y verás que toda
esa energía al servicio de mantener el control que creaba rigidez y tensión,
ahora se transformará en la riqueza que abraza la variedad, en la sorpresa que
descubre lo diferente, en el SÍ a una vida en plenitud total.
Hasta la próxima semana.
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