La semana
del 18 al 25 de Septiembre se ha conmemorado a nivel global intentando aumentar
el nivel de conciencia de todos los sectores de la sociedad para acercarnos a
la realización de la paz que tanto anhelamos.
A través de las Naciones Unidas, Unesco y otras organizaciones, se
extiende a través de las diversas acciones, a nivel artístico, cultural, la
conciencia sobre este tema.
A la vez las noticias nos traen un desfile de
dualidades que se oponen entre sí.
Paz sin Fronteras y la Asociación Española
para el Derecho Internacional de Derechos Humanos se reúnen proponiendo: Pídele
a la Asamblea General de la ONU que apruebe una Declaración Universal sobre el
Derecho Humano a la Paz, que contenga las aspiraciones de la sociedad civil (
actuable.es). Al mismo tiempo la exposición de un miembro de la ONU provoca que
otro grupo de representantes se retire de la sala en desacuerdo por sus
diferencias de opinión o puntos de vista. Noticias de otro suicidio adolescente
en Estados Unidos llevado a este extremo a causa del acoso escolar (bullying)
basado en su elección sexual, por lo que la ídolo de este joven, Lady Gaga, se
reúne con Obama para pedir una legislación que castigue esta forma de violencia
escolar, y por otro lado, en el continente europeo, marchan contra la homofobia
alzando su voz, llenando las calles de varias ciudades alemanas. Todo esto nos
muestra sectores donde la discriminación, por el motivo que sea, es la idea
detrás de estas acciones.
La discriminación proviene de una resistencia a
aceptar cualquier cosa que esté fuera de nuestras estructuras. Discriminamos en
contra de lo desconocido, en contra de aquello con lo que no nos identificamos,
que no corresponde a nuestra teología, a nuestras ideas. Para poder definirnos
a nosotros mismos como individuos, debemos tener una personalidad. Dentro de
esta personalidad estructuramos sistemas de creencias, pero en cuanto
comenzamos a identificarnos con ellas, sentimos que tenemos que defenderlas,
porque ahora definen quienes somos. A medida que nos convertimos en
amor-conciencia, nos damos cuenta que nuestros sistemas de creencias son
simplemente ideas que hemos cultivado a lo largo de nuestras vidas. Empezamos a
abarcar nuevas perspectivas con una mente más abierta ahora, en lugar de un
rechazo automático. Cuando nos transformamos en amor, encarnamos todo. Cuando
nos limitamos a nuestra personalidad y a los sistemas de creencias, no hay
lugar en nuestras estructuras para nada más.
¿Cuántas de nuestras opiniones
son realmente nuestras? En realidad muy pocas de nuestras convicciones vienen
de nuestra experiencia directa, la mayoría son adoptadas de nuestras familias y
la sociedad en general. Lo que es correcto en una parte del mundo puede ser
considerado malo en otra. Lo que una generación rechaza, otra la puede
integrar. Tener varias esposas en algunas culturas es ilegal, mientras que en
otras es un símbolo de riqueza. El hecho de que una opinión sea generalizada no
significa que sea válida, por ejemplo, cuando todos pensaban que el sol giraba
alrededor de la Tierra. Si lo buscas, podrás encontrar validación para casi
cualquier opinión que tengas. La ilusión siempre confirmará tus temores, ya que
funciona como un espejo imparcial que te refleja de vuelta aquello en lo que te
estás enfocando. Si tienes un miedo o un juicio, será fácil encontrar el apoyo
externo que justifique tu prejuicio.
Prejuicio significa ir a la guerra.
Prejuicio significa estar defendiendo siempre una idea y justificando nuestra
discriminación con la excusa de un bien mayor - para el mejoramiento de la
humanidad, la voluntad de Dios. Los "ismos" son siempre justificados
a los ojos del que los promueve.
Históricamente, hemos lanzado bombas, luchado
y sacrificado con el fin de proteger nuestras creencias. No hagamos eso ya más.
Cada vez que luchamos por una opinión, incluso dentro de nuestra familia más
inmediata, estamos creando nuestra propia mini-guerra. El conflicto que
percibimos en el mundo es solo una manifestación de nuestra propia violencia
interna. A medida que comenzamos a elegir la alegría, aprendemos a amar la
dualidad del mundo y las diferencias de los otros, sabiendo que son aspectos de
nosotros mismos. Descubramos la ligereza de la risa y escribamos un nuevo
relato para los libros de historia por venir.
La naturaleza, con su infinidad
de especies, colores y formas, abraza la diversidad. La naturaleza no niega
ningún aspecto de sí. La belleza de sus paisajes radica en el contraste y la
variedad. Como la naturaleza, el amor también celebra la belleza de la
diversidad. En lugar de percibir lo diferente como una amenaza, el amor no
silencia ninguna voz. Con cada cambio el mundo renace en una vibración
superior, reafirmando los valores de la alegría y el amor, liberándose de la
densidad del miedo.
A menudo es más fácil ver la discriminación en los demás
que en nosotros mismos. El prejuicio se magnifica en el escenario mundial: la
guerra, el racismo, el extremismo religioso y la desigualdad social. Podemos
hacer una campaña para cambiar estas cosas, pero la forma más efectiva para
transformar estos aspectos de la humanidad es tomando conciencia de ellos en
nosotros mismos y hacer un cambio interno. Puede que tú no seas racista,
clasista o sexista en sí, pero podrás encontrar lugares dentro de ti mismo
donde discriminas. Puede que lo hagas comparando tu trabajo con el de otra
persona, o juzgando el nivel de inteligencia de un tercero. Aunque sea mucho
más sutil que la opresión abierta, sigue siendo discriminación. Al hacer el
cambio en nosotros mismos, podemos empezar a asumir la responsabilidad de las
cosas que deseamos cambiar en el mundo. Enfocándonos hacia el interior,
volviendo a nosotros mismos, podemos transformar el mundo desde adentro.
Cada
"NO" construye un muro nuevo, pero cada "SI" abre una nueva
posibilidad.
¿En qué áreas tienes prejuicios hacia otras personas, lugares o
cosas? Tal vez miras hacia abajo a las personas que embolsan tus comestibles en
la tienda, o quizás frunces tu nariz a un tipo particular de alimentos. Y por
otro lado, tal vez pones ciertas personas o cosas en un pedestal, respetándolos
o valorándolos más que a los demás.
Presta atención a los pensamientos que
tienes a lo largo del día, observando dónde discriminas. Pregúntate a ti mismo:
¿Son estas mis creencias, o son las creencias de mis padres, de mis abuelos, o
de mi cultura? ¿Puedes soltarlos y abrir tu corazón a las cosas que has estado
dejando fuera?
Hay un lema de la UNESCO que me gustaría citar: “Dado que las
guerras comienzan en las mentes de los hombres, es en las mentes de los hombres
que las defensas de la paz deben ser construídas”, es simplemente esto lo que te
invito a hacer.
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