Nuestros hábitos son automáticos, actuamos sin saber por qué de la manera que lo hacemos, está aprendido y grabado que somos en esa área como robots. Nos defendemos con nuestras reacciones casi constantemente, si observamos nuestros vínculos y relaciones podemos detectar esas reacciones con las que tratamos de agredir antes de que lo hagan, o respondemos agresivamente por sentirnos heridos o para evitarlo.
En todos estos momentos generalmente estamos queriendo probar que tenemos razón o que el otro apruebe nuestro punto de vista para estar de acuerdo, sino, lo sentimos que está en contra. Cuando nos apegamos a nuestro punto de vista, éste puede llegar a ser más importante que cualquier otra cosa.
Como consecuencia, sentimos una urgente necesidad de tener la razón, lo que a menudo exige demostrar que el otro está equivocado y como consecuencia genera conflicto. Siempre que sentimos esta necesidad de probar un punto, perdemos de vista la dicha de este momento. Es fácil saber cuándo una idea u opinión está basada en miedo: viene acompañada de la necesidad de defenderla, para proteger la idea de aquellos que no estén de acuerdo. Esta es la raíz del fanatismo. El amor, por el contrario, no necesita defensa. Se trata de una apertura fresca y dulce que abraza las opiniones de otros. Al dejar de lado tu necesidad de tener razón, aprendes a fluir con el mundo.
Como consecuencia, sentimos una urgente necesidad de tener la razón, lo que a menudo exige demostrar que el otro está equivocado y como consecuencia genera conflicto. Siempre que sentimos esta necesidad de probar un punto, perdemos de vista la dicha de este momento. Es fácil saber cuándo una idea u opinión está basada en miedo: viene acompañada de la necesidad de defenderla, para proteger la idea de aquellos que no estén de acuerdo. Esta es la raíz del fanatismo. El amor, por el contrario, no necesita defensa. Se trata de una apertura fresca y dulce que abraza las opiniones de otros. Al dejar de lado tu necesidad de tener razón, aprendes a fluir con el mundo.
Para hacer esto, no tienes que decidir que te has equivocado. Simplemente tienes que abrirte a la posibilidad de que tu punto de vista no sea la verdad absoluta, que en el gran esquema de las cosas, ni siquiera importe, que en realidad esta opinión tuya tan preciada es sólo otro pensamiento, es sólo otra construcción de la mente. Simplemente el ceder a esa flexibilidad te lleva a un lugar de mayor receptividad. "Yo no sé" es una de las expresiones más poderosas en el camino de crecimiento interior.
Cuando te das cuenta de que no sabes algo, te abres a recibir.
Obsérvate. ¿Dónde tus opiniones se tornaron más importantes que la paz, que la armonía? Pregúntate a ti mismo, ¿estoy peleando por mis ideas, o estoy abierto a ver una nueva perspectiva, a evolucionar más allá de mi comprensión actual? No estoy sugiriendo que abandonemos nuestros ideales, pero no perdamos de vista lo verdaderamente importante: siempre relacionarnos desde un lugar de amor.
Y cuando ves que haces cosas que no tienen sentido, intenta no analizar superficial e intelectualmente y sumérgete un poco más profundo para sentir, experimentarlo. Por ejemplo, cuando estás viendo una película, acaso te preguntas ¿cómo llegó la imagen a la pantalla de tu televisión, de que satélite está rebotando, como los millones de píxeles individuales se combinaron para crear todos los colores diferentes? No - eso haría que la película fuera realmente aburrida!
¿Entonces por qué es que no podemos mirar a la vida de la misma manera, inocentemente abrazando la maravilla y el misterio, el próximo capítulo inesperado a la vuelta de la esquina? ¿Por qué estamos siempre analizando y desmenuzando todo? El análisis nos deja empantanados en la densidad y complejidad, mientras que el amor-conciencia es todo lo contrario: es simple, liviano y alegre. Nos abre al cambio, mientras que el análisis crea una mayor rigidez e inercia. Intenta atestiguar tu vida en vez de obsesionarte con los por qué. ¿Y si no hubiera por qué? ¿Y si sólo fuera lo que es y lo único que necesitaras hacer fuera simplemente ser?
Si pones demasiado empeño en entender, sólo terminarás más confundido! En vez, intenta ser más liviano, más inocente. Comenzarás a entender las cosas desde un espacio más profundo, más allá de las dudas y las incertidumbres que inevitablemente acompañan el razonamiento del intelecto. Las paredes que la mente ha creado nos mantienen en limitación.
Nos hemos acostumbrado tanto a ellas que nos hacen sentir seguros, pero estos muros también nos mantienen aprisionados en la insatisfacción. Nuestra curiosidad natural estará siempre tironeando insistentemente desde el subconsciente, animándonos a ir más allá de lo familiar y a buscar algo más.
Cedamos a ese tirón, a ese deseo innato por explorar y descubrir y lancémonos a la aventura dentro de una nueva experiencia de ser, más allá de todo lo que hemos conocido hasta ahora. Existe un saber que está más allá de la mente. A diferencia de la comprensión intelectual, que siempre ve los dos lados de una discusión, esta voz nunca duda.
Confía en sí totalmente y habla con absoluta claridad. Cuando aparece, llega sin previo aviso y de repente te encontrarás hablando sin siquiera entender por qué. Sin embargo, escucharás la verdad en tus palabras. Tu lo sentirás. Escucha. Está allí, descansando en tu interior. La oirás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario