En estas
semanas, todos estamos enfocados de alguna manera en nuestras madres, sea en
comprarles su regalo, en agasajarlas, en recordarlas, y todo nos lleva a vibrar
muy intensamente en la profundidad de su amor.
Sea que la tengamos cerca o lejos, que
esté o no ya, que haya comunicación o una distancia que no logramos sellar, la
unidad del amor vibrado en y con ella es algo real.
Nuestra madre es la
persona que más nos influye, que más nos ha marcado y que sin importar la edad
que tengamos, ese legado vive en nosotros día a día y por el resto de nuestras
vidas. Algunos de nosotros adoramos a nuestra madre, otros competimos con
ellas, otros estamos apegados a nuestra madres o nos peleamos con ellas, pero sin
importar lo que sintamos, son nuestras madres las que imprimen los mejores
aspectos en nosotros.
A menudo está representado en ellas todo lo que
amamos y todo lo que odiamos, amamos la seguridad y el confort que nos brindan
y odiamos el control y el miedo que nos provocan. Cuando nuestras madres nos
dicen que sí, nos sentimos tocando el cielo con las manos, la intensa emoción
del amor de mamá alimentándonos, mamá dándonos su atención, su aprobación,
protección en los primeros tiempos nunca se borra, pero también los rechazos,
la desaprobación y los retos de mamá nos dejan marcados.
Esto se graba a tal
punto en nuestra memoria, en nuestro sistema nervioso, en el disco duro que
tiene la información de lo que creemos que somos, que hoy siendo adultos seguramente
andamos proyectando este mismo sentir en nuestras relaciones
"adultas", buscando esa protección, ese ser nutrido, ese amor, y tal
vez, repitiendo los rechazos también.
Normalmente queremos ser tanto o más
que nuestras madres, pero no importa cómo miremos esto, sin duda, nuestras
madres son nuestros espejos más grandes, en los que nos podemos mirar como
quien lo hace en un mapa y elegir quien queremos ser. Y si tienes un rechazo
grande con ella, o lo tenías, y aún está ese NO, puedes estar segura que estás
siendo en tí misma justamente eso que tanto te molestaba.
Cuando puedes
decir, verdaderamente, que amas a tu madre con todo tu corazón sin juicios ni
arrepentimientos vas a saber claramente que te estás amando a ti mismo, que
estás amando ese aspecto femenino de ti.
Tu madre dentro
Pero
cuando aún no puedas decir que lograste este punto, esto que hoy sientes, es
una maravillosa oportunidad para poder completarse más como seres humanos,
poder sanar los rencores y tensiones que están grabados y no resueltas. Ser
capaces de desenredar aquellos malos entendidos o memorias cargadas de
reproches por eventos que nos dejaron amargura, confusión, desolación. Siempre
lo que deja estas huellas es la sensación de injusticia, de que uno fue víctima
de algo no merecido, de que el otro expreso una falta de confianza u amor sin
vernos o darnos la oportunidad de ser valorado, reconocido.
Todo esto, cuando
llegamos a la edad adulta - y sé que todas uds. que me leen están ya en ese
punto - nos da una muestra clara de que podemos sanar allí algo más, podemos
acercarnos más al amor incondicional a nosotros mismos y ser seres humanos más
completos, más realizados en amor. Generalmente, cuando uno no sabe qué hacer,
se cierra. Pero ¿qué es lo que sucede allí? cuando guardamos estos sentires y
juicios nos convertimos en eso mismo, y si son honestos, encontrarán aquello
que más odian en sus madres actuando en sí mismos. Y es porque nuestras madres
no sólo viven en nuestras casas, en distintos momentos de nuestra vida, sino
que a menudo viven en nuestras cabezas, empujándonos, criticándonos, tal vez
hasta hayas dado nacimiento a tu madre o te casaste con ellas, repitiendo la
forma de relación, encontrarás que siempre tu madre está presente en aquellos
aspectos que no has abrazado y amado en ti aún.
En estos días
Entonces,
estos días de conmemoración del día de la madre que sea una gran oportunidad
para decir sí a lo negado, para amar lo temido, para abrazar lo rechazado y así
nuestro amor con mamá, sea que esté presente o se haya ido, nos permitirá ver a
nuestras madres a nuevo, vibrará en el amor más incondicional más elevado que
hayas sentido jamás. Si tu mamá ya no está físicamente, está muy presente en tu
corazón y puedes de igual forma ir amando y sanando todo aquello que haya
quedado sin decir, escríbele una carta y vierte todo tu sentir en ella, la
canción del corazón siempre llega a vibrar sin límites.¡Feliz día en amor MAMÁ!
Y mi deseo mayor es que cada una de Uds. sienta hoy, nuevamente en su corazón,
el amor que une más allá de todo, el amor de mamá.
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