Vivimos en lo
cotidiano con tanta presión, con tantos dramas que nos agobian y que tienen una
intensidad que consideramos inmanejable, que la confusión, la falta de claridad
y la soledad interna que sentimos, nos supera.
lunes, 09 de abril
de 2012
En las relaciones más cercanas no
nos expresamos sino con reproches, con dolores pasados que envenenan de
resentimiento los momentos presentes compartidos y donde nada se resuelve, todo
se guarda, y las consecuencias solo se sufren.
A veces, incluso, nos pegamos a
quienes no nos quieren o a quienes nos hacen daño, y lo sufrimos, llegando a
creer en realidad que no merecemos el amor, y así, nos relacionamos con alguien
que puede confirmar nuestra idea de no merecer el amor, y luego peleamos con
esa idea, pero seguimos dirigiéndonos a obtener el amor donde no está.
Esta
es nuestra adicción a sufrir, y el apego a ese espejo externo que me sigue
mostrando el "no merezco" y el "no hago nada bien". Y
puedes cambiar ese espejo las veces que quieras (cambiar de pareja, de amigos,
de lugares) pero mientras no cambies ese sentir interno el reflejo será el
mismo.
Cuando decidas dejar de sufrir y empezar a sentir, a vibrar en el
amor hacia tí mismo, a decir "merezco", y sentirlo, a apreciarte por
los pasitos de tu crecimiento y de tu cambio, tu espejo comenzará a reflejar el
brillo que emana vibrante de tu sonrisa interior y de tu mirada.
Empezamos así
a descubrir un sentimiento real.
A veces quedamos, incluso, limitados por los
miedos y las fobias que no nos dejan avanzar, que te dejan sufriente en un
lugar, y donde se siente que no se puede ir más allá. Y los miedos, todos,
pueden ser transformados, atravesados, pues son grabaciones que te hacen
percibir de cierta manera, y que lo podés cambiar.
Por eso digo: son una
ilusión, son solo una gran línea que te grita "NO, más allá de aquí
NOOOOO, algo terrible puede suceder". Pero la evolución es cambio
permanente, la vida es un SI al cambio.
Y cuando desafías ese miedo al cambio,
a lo diferente, éste comienza a disolverse, entrando en una vibración más
elevada de energía: la vibración del amor. Y así, esa memoria que está grabada,
se disuelve, y tu fragilidad de ayer es tu fortaleza de hoy, hasta que todo se
convierte en esa vibración elevada.
Todo te lleva a descubrir ese sentir real.
A veces sufrimos en las relaciones pues las basamos en querer tener la razón
para sentirnos valorados y apreciados, reconocidos, y nuestra interacción es la
pelea y la discusión, esperando siempre que el afuera nos responda como
nosotros queremos para sentirnos felices y satisfechos.
No es necesario
sufrir, se puede elegir una forma diferente de interacción. Es importante ver
cómo el hábito de quejarnos permanentemente, de pelear por tonterías, de querer
tener la razón y que el otro cambie, nos llenan de amargura momentos que
podrían ser de dicha compartida.
Una vez más, si ésta es tu forma de relación,
te invito a descubrir el sentir real con el que te puedes conectar cuando
cambiamos lo automático, lo habitual, cuando vamos más allá. Una historia en
particular se destaca claramente en mi memoria.
Un preso que participaba en
nuestros programas nos contó que nadie había venido a visitarlo en los quince
años que había estado en la cárcel. Se sentía abandonado y rechazado, olvidado,
y durante años había albergado resentimiento silencioso hacia sus amigos y
familiares. Llegó a culparlos a ellos y a su indiferencia por su baja
autoestima y su abatimiento.
Siguiendo las directrices de nuestro programa,
empezó a ir hacia adentro. Comenzó a tomar responsabilidad de su propio estado
interno, y se dió cuenta que estaba resentido y se sentía desanimado, no porque
sus seres queridos no lo visitaran, sino porque no se amaba a sí mismo.
Este
fue un logro tremendo para él, para dejar finalmente de culpar al exterior y
empezar a tomar responsabilidad de su cambio interno. Si él pudo hacer eso,
estando en la cárcel, ¿qué te impide a tí hacer lo mismo?
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