Ese
sentimiento de soledad que aprieta el corazón, que cierra la garganta, ese
vacío, esa angustia, es un estado compartido por muchos y muy generalizado.
Ese sentimiento de soledad que aprieta
el corazón, que cierra la garganta, ese vacío, esa angustia, es un estado
compartido por muchos y muy generalizado, cualquiera sea la causa
personal. La vertiginosa y masiva comunicación que nos proporciona
la tecnología lo hace más evidente aún. Es esa sensación producto de la
insatisfacción, como si todo se convirtiera en instantáneo y descartable y nos
quedáramos con un “¡¿Y ahora qué?!” sin encontrar lo que
buscamos, sintiéndonos víctimas del desamor. Muchas veces experimentamos
este sentimiento aunque estemos rodeados de personas, condicionados por
nuestros viejos pesares y las protecciones que utilizamos para no
sufrir. Entonces, ¿qué podemos hacer? Pues el único camino que yo conozco y que
realmente llenó ese vacío y eliminó para siempre esa sensación de soledad en
mí, fue el conocerme profundamente y expandir el amor-conciencia en mi
interior. Es por eso que lo comparto, porque sé que funciona para quien está
buscando más.
Es muy difícil para los seres humanos confiar y
abrirnos a recibir el amor. En lo profundo, no nos sentimos ni dignos ni
merecedores, y aunque no seamos conscientes y digamos que sí, que queremos
recibirlo, automáticamente actúan esos patrones y bloqueos de los que
hablaba. Yo siempre sugiero que cada uno elija un camino para llegar a
conocerse, a amarse, a abrazarse. Por mi parte yo enseño el mío, lo tienes en
un libro si lo quieres, pero cada uno tiene que elegir algo que abra este
sendero, esta perspectiva, que apoye este sentir. Afortunadamente,
vivimos en tiempos en que tenemos todo a nuestra disposición, es cuestión de
animarse y probar, experimentar. Ese es el punto, que te abras a experimentar
lo que te puede acercar a ese maravilloso territorio único y desconocido, para
el que no existe más mapa que el propio sentimiento, y es el camino a uno
mismo, al corazón.
Por otro lado, si no podemos recibir, no podemos
detectar lo que viene hacia nosotros, aquello que nos quieren dar, hemos
cerrado las puertas. Otras veces nos mantenemos aferrados al pasado, nos castigamos
por lo que no hicimos, o por lo que hicimos, o por lo que nos salió mal. A
veces hemos acumulado tanto resentimiento, que es como una coraza de acero que
no nos permite acercarnos, y entonces sólo existe eso para nosotros: el
viejo sentimiento de reproche, de rencor por algo que ya sucedió. Y es así como
cerramos las puertas a la vida y a las nuevas experiencias por compartir.
Generalmente no nos damos cuenta de que, a los únicos que el resentimiento
realmente lastima, es a nosotros mismos.
Estos rumores subterráneos nos quitan fuerzas, nos
quitan ganas, y nos hundimos en ellos. Es un enfoque de nuestra mente que
repite el pasado, que no nos permite vivir el presente y que no ve el futuro,
sólo ve lo mismo que ya fue. Mi intención es compartir una invitación a dejar
ir el pasado y abrazar el presente, nuevo, fresco, con inocencia, dicha y amor.
Esto es lo que tuve que descubrir yo para salir de mi propio sentimiento de
soledad y abandono en el que estaba inmersa, ahogándome en los miedos,
hasta que finalmente toqué fondo, y entonces pude salir. Es bueno tocar fondo,
ya que sólo hay una dirección hacia la cual ir, y es saliendo de ahí, haciendo
lo opuesto a lo que hemos hecho hasta ahora, y sobre todo, amando ese lugar en
el que nos sentimos víctimas tan sólo por vivir.
Tenemos una tendencia automática que a veces se
transforma en adicción: sufrir. Mi invitación es a que descubras algo que está
esperando ser despertado en ti, está adentro, en tu corazón, por el solo hecho
de que eres humano. Es el amor-conciencia. Cuando expandimos el amor
incondicional en nosotros, deshaciéndonos de los miedos y del bagaje que nos
agobia y separa, la soledad es un sentimiento que ya no existe. Comienzas a
abrirte a recibir, pues te estás diciendo SI a ti mismo, a la vida, estando
presente en cada momento con lo que es, en lugar de estar ausente, agobiado por
lo que fue y encapsulado por el miedo a que se vuelva a repetir.
La conciencia jamás está sola. Observa a los niños:
ellos juegan sólitos, imaginando cosas, sintiéndose completos en cada
momento. NO piensan “sería más feliz si tuviera más amigos”, ellos no piensan
así. Sólo crean su propia entretención. Todo lo que necesitas está dentro de
ti. La conciencia jamás está sola, porque se está amando a si misma, disfruta de
si misma y vive completa dentro de ella. Puedes estar en un salón rodeado de
cien personas y sentirte solo, porque la verdad es que el estar contigo te
resulta insoportable: “No me gusta estar solo, necesito a alguien o algo que me
distraiga y me mantenga alejado de mí”. Pero si estás anclado en el
amor-conciencia, puedes estar solo pero nunca sentirte solo, puedes elegir
estar con alguien, pero en realidad no necesitas de nadie. Aquello que creemos
que necesitamos es sólo una idea, porque buscamos afuera, porque nos alejamos
de la fuente, porque tenemos el hábito de ver el vaso medio vacío en vez de
verlo medio lleno.
¿Qué sucedería - y esta es mi propuesta en este
encuentro - qué sucedería si cada vez que sientes que te falta algo y que
diriges la mirada hacia afuera buscándolo, paso seguido no encontrándolo,
paso seguido sintiéndote pesado, sin ganas, triste, sin fuerzas, desalentado, o
como sea, como si tuvieras un gran bagaje que pesa cada día más, qué sucedería
si te enfocaras en apreciar las cositas más pequeñas que te rodean, apreciar,
aunque no tenga sentido, la florecita diminuta que casi pisaste y que en su
pequeñez goza de una perfección de líneas, de formas, hasta de aroma, que es de
maravillarse? ¿Y si aprecias al niño jugando, al perro custodiando su hueso, a
la mamá que toma a su pequeñita, a la pareja que camina sosteniéndose en un
abrazo como si no existiera nada más en el mundo, a la nube que está por tapar
el sol, al sonido del tráfico tan ruidoso que casi podría ser una sinfonía
desafinada, y así, todo lo miras con apreciación? Notarías que algo en tu
pecho, en lugar de apretarse, se empieza a abrir, y hasta en algún momento, tal
vez te encuentres con una sonrisa que se esboza desde adentro hacia afuera.
El apreciar es como decir SI a todo, y tal vez,
sólo tal vez, hasta notes que comienzas a emanar ese SI y a atraer la atención
de otros que vibran en esa sintonía. Pero sin expectativas, no para conseguir
algo, sino para vivir el momento con otro sentimiento, con otro color. Aprecia
tu hoy. Y escucha, escúchate profundo adentro y verás cómo la soledad ha
quedado atrás y has encontrado ya a tu mejor amigo. Y así, sanando la
separación de ti mismo, tampoco te sentirás separado del resto. Cuando el amor
está fluyendo desde dentro de ti puedes dar a los otros, y también encontrar lo
que estabas buscando en tantas partes y con tantas personas: tu mejor amigo.
Estaba todo el tiempo esperándote, estuvo siempre allí, en tu corazón.
Ahora dejo en tus manos esta semillita para que tu
corazón la haga brotar.
Hasta la próxima semana
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