domingo, 2 de octubre de 2011

DUALIDAD AMOR-MIEDO. Por ISHA


En este mundo de dualidad, todos nos sentimos diferentes a los otros. Conocemos miles de personas, de muchas razas, con variadas condiciones físicas, de diferentes edades, religiones contrastantes y creencias políticas, filosofías, convicciones e ideales en oposición.
La compleja diversidad del mundo en que vivimos es aparentemente interminable, desde nuestras opiniones intelectuales hasta el tamaño de nuestras cuentas, desde nuestra apariencia física hasta nuestras tradiciones culturales. Percibimos separación por doquier, en un mundo de contrastes y variaciones extremas… un mundo de incontables posibilidades. Dentro de esta experiencia de separación, buscamos infinitamente la unidad. Luchamos para sanar el planeta, creamos programas de resolución de conflictos, marchamos por la paz, tratando con desesperación de que la humanidad logre ver más allá de sus diferencias y viva en armonía.
Hacemos esto también en nuestras vidas personales, poniendo toda nuestra energía en tratar de crear balance a nuestro al-rededor. Buscamos la pareja perfecta, pero cuando finalmente
pensamos que hallamos el alma gemela, tratamos de cambiarla y controlarla para que encaje en nuestro ideal. Buscamos grupos de personas que nos hacen sentirnos aceptados porque nos apoyan en nuestras convicciones, nuestras opiniones y nuestras creencias. Nos unimos a iglesias, partidos políticos, grupos de autoayuda y corporaciones, en nuestra búsqueda por sanar la separación de lo que nos rodea, por encontrar el lugar a donde pertenecemos. Pero en esta búsqueda, estamos vanamente tratando de acomodar las creencias y opiniones del intelecto. Cuando alguien está en desacuerdo con la forma como percibimos el mundo, lo evitamos. Tratamos de rodearnos de gente que confirme nuestras convicciones, que apoye nuestras ideas, sin importar cuán negativas o basadas en miedo puedan estar. Como mariposas, revoloteamos de una experiencia a otra, nuestras mentes nunca se satisfacen completamente, en una interminable búsqueda por encontrar aquello que nos hace sentir en casa. Recuerda pensar las facetas cuando manejas.
La mente nunca se sentirá satisfecha. A donde quiera que vaya, estará inconforme. Aun dentro de grupos que aparentan estar unidos, hay separación; las religiones se ramifican en incontables facciones, los partidos políticos discrepan entre ellos mismos; los equipos de fútbol pelean por sus tácticas; hasta los Beatles se separaron. Adondequiera que mires, hay separación, divergencia, dualidad. Entonces continuamos con nuestra búsqueda, rechazando a otros grupos por considerar que están errados. O nos fanatizamos por la perspectiva particular de la organización o religión que escogimos, en nuestra desesperada necesidad de convencer-nos a nosotros mismos y al mundo de que tenemos razón. En busca de la unidad, en realidad estamos creando más separación, a medida que nuestros prejuicios y opiniones nos distancian aún más del resto de la humanidad, en lugar de unirnos en el amor. La ironía es: nosotros somos exactamente iguales, es sólo nuestra percepción la que es diferente. No importa adonde vayas en el mundo; todos están buscando amor. Puede ser la guerrilla en las selvas de Colombia torturando a alguien o un misionero predicando en la India ayudando a los pobres. Todos estamos buscando amor. Todos buscamos regresar a casa. Sea que estemos en el Palacio de Buckingham representando el papel de una princesa, o que seamos un adicto al crack en Harlem colocando un cuchillo en la garganta de alguien, todos hemos padecido nuestro propio abandono. Todos hemos sufrido autoabuso y todos nos percibimos a nosotros mismos como indignos de amor, con múltiples máscaras cubriendo las cosas que consideramos pecados. Todo el mundo está representando su papel en esta gran ópera llamada vida; como actores en un escenario, cada uno con su propio rol para interpretar. Algunos son caballeros de brillante armadura, otros, misteriosos villanos, pero la verdad –nuestra esencia, nuestra grandeza–, es infinitamente el amor. Todos, dondequiera, pueden elegir ser eso.
El amor-conciencia es inspirado por el corazón de las personas y admira la grandeza sin tener en cuenta las opiniones de los individuos. Es tocado por la pasión de visionarios con caminos de vida diferentes y hasta opuestos; pueden provenir departidos políticos diferentes; pueden tener sistemas de creencias totalmente incompatibles, pero no son sus políticas o sus puntos de vista lo que se admira, sino la verdad en sus corazones. De esto se trata la vida. Se trata de ser fi el a tu corazón. No se trata de tener o no tener la razón. Si tú votas por la izquierda, la derecha va a decir que estás equivocado. Si votas por la derecha, la izquierda va a decir que estás equivocado. Y si no votas, ¡ambos van a decir que estás equivocado! Siempre habrá unos que estén de acuerdo contigo y muchos que no. Los cristianos piensan que Jesús es grandioso, pero hay millones de personas que no piensan eso. ¿Significa eso que él no fue grandioso, sólo porque mucha gente no está de acuerdo? No. Él fue grandioso. Él encarnó la conciencia pura; enseñó tolerancia y amor incondicional. Pero mucha gente ha tomado sus enseñanzas y las ha usado para separarse de los demás. ¿Qué pensaría Jesús de eso? La paz mundial a través de la unión del amor. El concepto de paz mundial, la visión de un mundo unido en el amor, está más allá del intelecto. Su verdadera naturaleza está más allá de todos los sistemas de creencias, porque los sistemas de creencias están basados en la diferencia de opiniones. La iniciativa de la paz mundial, entonces, debe estar basada en algo mucho más grande, de mucha mayor importancia, algo permanente: debe estar basada en el amor incondicional.
Amor incondicional es lo único que todos tenemos en común, lo único que nos une. Cuando nos anclamos en el amor incondicional, el poder del intelecto, su separación y sus ideas, se convierten en un eco distante. Nuestras diferencias ya no son importantes. Son sólo hilos de diferentes tonos, añadiéndole color al rico tapiz de la vida. Unidos por el amor-conciencia, nos fundimos como uno, regresando a la experiencia del amor incondicional puro en todo, sin los contrastes de la dualidad dentro de la ilusión de la separación. Cuando nuestros juicios caen, percibimos la belleza en la dualidad. Ya no estamos tratando de cambiarla frenéticamente. Y es irónico que, cuando esto pasa, las cosas que juzgábamos como malas: violencia, violación, hambre, pobreza, crueldad, etcétera, comienzan a desaparecer naturalmente. A medida que elevamos nuestra conciencia, cosas como éstas, que vibran en una frecuencia baja, comienzan a removerse por sí solas de nuestra experiencia humana y del mundo que nos rodea. Cuando las personas están completas dentro de sí mismas, dejan de necesitar protegerse, controlar o aferrarse, porque la naturaleza del amor, la naturaleza del amor-conciencia es darle a todos los aspectos de sí mismo. El amor se percibe a sí mismo en todo. No percibe ninguna escasez o falta. En el amor nace una nueva percepción, una nueva visión de vida.
ISHA


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