jueves, 13 de septiembre de 2012

CADA MOMENTO, UN MISTERIO A DESCUBRIR. POR ISHA


He oído varias veces como algunas personas asocian el ser total, un 100%, el vivir el momento como algo descuidado, alocado, irresponsable, escapista.
Es obvio que no me refiero a nada así cuando hablo de ser la totalidad de lo que uno es en cada momento, y es todo lo contrario, pues si estás muy presente en el momento en el ahora estás evolucionando más allá de los errores del pasado y creando y floreciendo un esplendoroso futuro. 

Si vivimos cada momento atados al penar de nuestras faltas cometidas en otros tiempos, estamos abandonando el barco a merced de lo que suceda, sin llegar nunca al puerto de nuestra realización personal. Eso es irresponsabilidad. 

La vida es un regalo con todo su potencial que abundantemente nos regala cuando estamos presentes abiertos a recibir y en acción permanente de dar. La entrega es la cosa más vital que tienes que aprender, porque es sinónimo de la confianza absoluta, para mi son sinónimos entrega y rendición, y puedo decir: “me rindo, me entrego, me abro a recibir, a fluir, confío en mi creación y en cada momento me tengo que enfocar en eso, rindo mis emociones, rindo mis juicios, rindo todo y luego vuelvo a enfocarme en la conciencia. 

Siempre rindiendo, entregando mi intelecto a mi corazón, la dualidad a la unidad del amor”. Si digo entrega o rendición no digo darse por vencido, no es una guerra la vida en la que si me rindo pierdo en manos del enemigo! no! es lo contrario, si me entrego es que realmente vivo!


No tengo que pelear, mi corazón no sabe pelear, porque el corazón no tiene nada que proteger, es infinito y eterno, ama, y así que sigo rindiendo la cabeza al corazón, yo lo siento como si fuera una reverencia que uno hace a lo más elevado en lo que uno crea y sienta, a lo supremo, pues en realidad es eso, te estás rindiendo a la fuente más elevada, que es la divinidad, el amor incondicional, el amor-conciencia, espíritu o lo que tal vez llames Dios. 

Estás rindiendo la dualidad a la unidad. Entonces uno dice sí y confía, y hace lo opuesto a lo que siempre he hecho, si siempre pelee para tener razón, para que las cosas a mi manera, contradiciendo, discutiendo, siendo complicado, ahora en un sí profundo me torno receptiva, simple a que la vida en mi sea más de lo que yo puedo ver y hacer, que la vida profundamente libre de ideas me guíe ahora y me enseñe lo que necesito aprender. 

En el sí me torno receptiva, recibo y doy, el sí en acción, amor incondicional. Claro, me puedes decir que el mundo lo saca a uno con mucha facilidad, y que es más sencillo decirlo que hacerlo, y te entiendo. Yo estoy en este mismo mundo, y me perdía en todo lo que el afuera provocaba u ofrecía. 

Me desconectaba y desenfocaba usando mis adicciones de todo tipo, completamente, hasta que sentí que no podía seguir viviendo así. Cuando llegas a sentir eso, ya uno no se puede seguir escapando de sí, sino que tiene que tomar responsabilidad y sentir lo guardado y que va sanando, los pesares, los miedos y en el momento que lo haces, experimentas que se expande el amor internamente y todo va acomodándose para poder estar alineado en ese amor, en paz y en dicha con la vida, esto es lo que yo experimenté.
 
Comenzarás a ver con claridad, y ver que era solo estrés, que al moverlo, canalizarlo en la expresión, en vaciar su carga, lo limpias y deja ver en una expansión la verdad del amor, porque desaparece el juicio, y sientes y esa experiencia se expande más, y de hecho empiezas a buscar sentir lo que te perturba para movilizarlo responsablemente, porque uno quiere sentirse bien y libre de la carga. 

Poco a poco, comienzas a darte cuenta de eso, estas dispuesto sentir lo que sea, moverlo y luego te anclas de nuevo en la experiencia interna de amor-conciencia. Intenta y ya me contarás. 


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