miércoles, 9 de octubre de 2013

DESCUBRAMOS EL AMOR SOBRE TODAS LAS COSAS. POR ISHA


Es obvio que no me refiero a nada de eso cuando hablo de ser la totalidad de lo que uno es en cada momento, sino todo lo contrario, pues si estás muy presente en el momento, en el ahora, estás evolucionando más allá de los errores del pasado y creando y floreciendo un esplendoroso futuro.
Si vivimos cada momento atados al penar de nuestras faltas cometidas en otros tiempos, estamos abandonando el barco a merced de lo que suceda, sin llegar nunca al puerto de nuestra realización personal. Eso es irresponsabilidad. La vida es un regalo con todo su potencial, que abundantemente nos da todo cuando estamos presentes, abiertos a recibir y en acción permanente de dar.
La entrega es lo más vital que tienes que aprender, porque es sinónimo de confianza absoluta. Para mí, entrega y rendición son sinónimos, y puedo decir: “me rindo, me entrego, me abro a recibir, a fluir, confío en mi creación, y en cada momento me enfoco en eso, rindo mis emociones, rindo mis juicios, rindo todo, y luego vuelvo a enfocarme en la conciencia.
Siempre rindiéndome, entregando mi intelecto a mi corazón, la dualidad a la unidad del amor”. Si digo entrega o rendición no estoy diciendo darse por vencido, ¡la vida no es una guerra en la que si me rindo pierdo en manos del enemigo! ¡no! ¡es lo contrario, si me entrego, es que realmente vivo!

No tengo que pelear, mi corazón no sabe pelear, porque el corazón no tiene nada que proteger, es infinito y eterno, ama, de modo que sigo rindiendo la cabeza al corazón, yo lo siento como si fuera una reverencia que uno hace a lo más elevado en lo que uno cree y siente, a lo supremo, pues en realidad es eso, te estás rindiendo a la fuente más elevada, que es la divinidad, el amor incondicional, el amor-conciencia, el espíritu, o lo que tal vez llames Dios. Estás rindiendo la dualidad a la unidad.
Entonces uno dice sí, y confía, y hace lo opuesto a lo que siempre ha hecho: si siempre peleé para tener razón, para que las cosas se hicieran a mi manera, contradiciendo, discutiendo, siendo complicado, ahora, en un sí profundo, me torno receptiva, simplemente a que la vida en mí sea más de lo que yo puedo ver y hacer, que la vida, profundamente libre de ideas, ahora me guíe y me enseñe lo que necesito aprender.
En el sí me torno receptiva, recibo y doy, el sí en acción, amor incondicional. Claro, me puedes decir que el mundo lo saca a uno con mucha facilidad y que es mas sencillo decirlo que hacerlo, y sí, te entiendo. Pero yo también vivo en este mismo mundo, y antes me perdía en todo lo que el afuera provocaba u ofrecía.
Me desconectaba y me desenfocaba usando mis adicciones de todo tipo, completamente. Hasta que sentí que no podía seguir viviendo así. Cuando se llega a sentir eso, ya uno no puede seguir escapándose de sí, tiene que tomar responsabilidad y sentir lo guardado, lo que va sanando, los pesares, los miedos, y en el momento que haces esto, experimentas cómo se expande el amor internamente y cómo todo va acomodándose para poder estar alineado en ese amor, en paz y en dicha con la vida.
Esto es lo que yo experimenté. Comenzarás a ver con claridad, a ver que era solo estrés, y que al moverlo, canalizarlo en la expresión, en vaciar su carga, lo limpias, y en una expansión dejas ver la verdad del amor, porque desaparece el juicio, y sientes, y esa experiencia se expande más, y de hecho empiezas a buscar sentir lo que te perturba para movilizarlo responsablemente, porque uno quiere sentirse bien y libre de la carga.
Poco a poco comienzas a darte cuenta de eso, estás dispuesto a sentir lo que sea, a moverlo, y luego te anclas nuevamente en la experiencia interna de amor-conciencia. Por supuesto, como con todo, hay que crear el hábito, auto-educarse para expresarlo y moverlo rápido y sin sufrimiento, pues en realidad el sufrimiento proviene del juicio que tenemos sobre lo que sentimos.
Pero si expresamos los distintos estados de ánimo, si movemos su carga, como el clima lo hace entre la tormenta, el viento, el granizo y el sol, es como si comenzáramos a mirar la película desde un espacio totalmente distinto: la tragedia se transformará en comedia y posiblemente, te encuentres con que lo puedes hasta disfrutar, como una comedia, y del que más te reirás será del primer actor, ¡es decir de ti mismo!
Esta fue mi experiencia, pues mi vida era tan dramática, y ahora comparto contigo, y ya me contarás.

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