En el mundo vemos las diferencias, los pros y los contras, los conflictos sutiles, los obvios y los explosivos: guerras que se desatan y que en realidad, no sabemos por qué.
lunes, 04 de abril de 2011
Apenas días después que el terremoto y tsunami del Japón dejara devastación y destrucción, días después que las centrales nucleares marcaran con radiación lo más elemental, como el agua y los alimentos, y que la incertidumbre mirara al cielo tratando de leer hasta dónde el viento la llevaría, tenemos, en otra costa, en otro continente, la misma escena devastadora, pero esta vez provocada por ataques humanos disparando armas poderosas.
Miramos alrededor y nos preguntamos: ¿Cómo es que llegamos a este punto?
¿No es suficiente aquello que no se pudo evitar y sorpresivamente arrasó con tanto o con todo? ¿Qué puedo hacer yo frente a esta guerra? Sentimos que no tiene que ver con nosotros, que son decisiones de políticos, de estrategas, de intereses en los cuales no podemos tener intervención.
¡Vemos que hay tantas ideologías en el mundo! Algunas son hermosas, otras destructivas. Algunas creativas, otras represivas. Algunas me gustaría aplicarlas, otras no me sirven. Pero todas ellas tienen algo en común: son sólo ideas.
Con tantas opiniones y perspectivas contrastantes y diferentes, el problema se inicia cuando comenzamos a utilizar estas ideologías para definir lo que somos. Cuando eso sucede, inmediatamente consideramos equivocado el punto de vista del otro. ¿Qué está creando esto? Separación, desacuerdo, conflicto.
Esto lo podemos ver incluso entre los grupos espirituales: nuestro rechazo a lo que difiere de nuestras propias opiniones y creencias, en última instancia, conduce a la discriminación y la intolerancia. Algunas ideologías vibran en un nivel más consciente, pero si son insistentes - "tiene que ser así" - se convierten en opresivas.
Siempre comparto, con aquellos que me escuchan, que la única manera de lograr paz en el mundo es a través de la elevación de la conciencia de cada cual, cada ser humano tomando responsabilidad por su propia felicidad, por su propia creación, por su propia experiencia.
Es común ver a muchos eligiendo un rol pasivo, como si el mundo fuera tan grande que no pudiésemos hacer nada, ya que los poderes que mueven los hilos están lejos de nuestro alcance. Pero ¿qué sucede con esos hilos internos que disparan el recuerdo de una rivalidad, un conflicto, una decepción, un resentimiento? ¿Qué sucede cuando a quien entregabas todo tu amor, atención o cuidado, cambia de rumbo y te quedas sin nada? ¿No sientes acaso en esos momentos lo peor y lo más destructivo dentro de ti? ¿Ese sentimiento de injusticia, no te vuelve hasta violento? ¿El dolor, no te vuelve sordo? Pues lo que vemos en lo externo no es más que la ampliación de eso, aplicado a un grupo minoritario, a una ciudad, a un país, allí, afuera.
Este no es el comportamiento de la conciencia. La conciencia no segrega, la conciencia lo abraza todo, y dentro de ese abrazo, se mueve con alegría hacia una vibración superior de amor. Todo lo inmaduro, todo lo que ya no sirve, se va descartando naturalmente en la constante evolución hacia una mayor toma de conciencia. No se trata de negar las cosas que percibimos como negativas en el mundo - la guerra, el hambre, la discriminación - se trata de contribuir con lo que queremos que aumente - la paz, la libertad, la aceptación- en lugar de enfocarnos en lo que queremos eliminar.
Estén dispuestos a no aferrarse a las ideas, porque cualquier tipo de rigidez causa mayor conflicto. No hagan especial una idea en particular. Lo único especial, lo único importante, es el silencio de ser: esa paz, ese amor que crece y se mueve en ondas, en constante expansión. Lo que realmente importa es la opción que estás tomando en cada momento: ¿Estás eligiendo la conciencia? Independientemente del nombre que le des, o de la práctica que utilices para ir allí, ¿estás eligiendo eso? ¿O estás eligiendo defender una idea? Te invito a ir profundo y desarmar, momento a momento, día a día, esas pequeñas rencillas y peleas internas, y elegir el amor.
Isha
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