Las adicciones son memorias, por lo tanto podemos borrarlas y  soltarlas.
Quizás estés pensando, “Pero yo no tengo una personalidad adictiva,” o  “¡No tengo ninguna adicción!” Me gustaría invitarte a que reconsideres  estas suposiciones.
¿Sabías que el pensar es una adicción? Estamos adictos al  pensamiento. Tememos no poder funcionar correctamente si no “pensamos  bien las cosas”, cuando en realidad las cosas pueden fluir y funcionar  mucho mejor si simplemente soltamos y confiamos en el Universo. La  comida es otra adicción aceptada. ¡Es algo sin lo cual hemos decidido  que  no podemos vivir! Muchas veces usamos la comida para medicarnos,  como un analgésico. Comiendo, a menudo intentamos evitar sentimientos o  enfrentarnos a ciertas cosas en nuestra vida. Y, no olvidemos la  adicción a ir de compras! ¿Cuántas veces has ido de compras porque  comprarte algo lindo te haría sentir mejor? Piénsalo, ¿tienes alguna de  estas adicciones?
Puede tomar un poco más de tiempo soltar las adicciones que otras  cosas. Si vieras la forma del pensamiento –si, los pensamientos son  cosas y tienen formas- te darás cuenta de que las adicciones tienen  anzuelos. Debido a esto son un poco más difíciles de borrar, pero se  puede hacer. Es importante tener paciencia y estar en paz con ellas.
Por favor, no creas que tus adicciones son “malas”. Recuerda, lo que  resistes, persiste. Intenta amar y aceptar tu adicción. Muéstrale la  otra mejilla, la mejilla del amor. Di, “Te amo” al cigarrillo, al  alcohol, a las relaciones, a tu intelecto que cree que sabe… El amor  puede curarlo todo. La única forma de dejar que las cosas difíciles se  vayan es amándolas y no resistiéndolas.
Ten paciencia. Si tú  haces tu parte, Dios hará la Suya, pero sólo a  Su debido tiempo, en el momento perfecto, no necesariamente en el  momento en que tú crees que debería hacerlo. A lo largo de todo el  proceso, es importante que te también sueltes las expectativas.
Realmente ayuda trabajar con tu Unihipili (niño interior) sobre esto,  porque es tu parte emocional. Él/Ella es la que sufre. Puedes  reconfortar a esta parte de ti mismo. Habla con tu niño interior. Dile  que todo estará bien, que estás con él/ella y recuérdale que juntos  pueden lograrlo. Asegúrale a esta parte tuya que no vas a abandonarla  esta vez y que lamentas las veces que la descuidaste.
Recuerda que estás desaprendiendo, reprogramando, y para tener éxito,  debes ser bueno contigo mismo. El amor y la aceptación de ti mismo son  elementos cruciales de este proceso. Sólo el amor puede curar.
Una vez que domines este proceso, podrás observar la realidad desde  un punto de vista completamente diferente. Estarás más desprendido, por  lo tanto podrás apreciar tu adicción a medida que comienzas a apreciar  la vida y el universo de cosas animadas e inanimadas a tu alrededor.
Cuando te des cuenta de que la adicción es sólo tus memorias y tomes  100% de responsabilidad, finalmente podrás cambiarla. Descubrirás que no  eres una víctima, porque si creaste y atrajiste la adicción, también  puedes soltarla.
El objetivo es ser feliz y estar en paz con o sin la adicción.  Debemos alcanzar un punto en el que nos sintamos dichosos sin una razón  específica. Una vez que conozcas este sentimiento, podrás despertarte ti  mismo cada vez que caigas en el sueño de la victimización. Podrás  buscar esa paz y felicidad que tanto deseas dentro de ti. Te darás  cuenta de que no necesitas la adicción ni nada fuera de ti para ser  feliz. Una vez que tomes 100% de responsabilidad y te des cuenta de que  no eres tú sino tus problemas quienes son atraídos a la adicción, podrás  realmente decirle “gracias” a la adicción. Estarás agradecido por la  oportunidad de crecimiento que te brinda y encontrarás verdadera alegría  en tu corazón.
Recuerda, tú creaste tu realidad, ¡por lo tanto tú puedes cambiarla!  La adicción sólo es otra oportunidad para crecer y encontrar tu  verdadero yo.
Mabel Katz,  

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