Posted on 11/09/2010
by reikibarcelona
Traducción de Andrea Mussini
Por Darrell Sifford
No estoy seguro del motivo por el cual accedí a la entrevista- pero tenía curiosidad. Después de todo, ¿cuántas veces en tu vida tienes la oportunidad de conocer a una honesta kahuna?
No, no es un error tipográfico. Realmente hablé con una kahuna. Es una palabra hawaiana que significa literalmente “guardián de los secretos”, pero que entre los Hawaianos se refiere comúnmente a un maestro espiritual y sanador de aquello que nos aqueja, física y psíquicamente.
Así que allí estaba, con mi anotador y lapicera, y allí estaba ella, Morrnah Simeona, una mujer con aspecto de abuela, con un sweater blanco tejido y una pollera gris de franela, la hija de un miembro de la corte de la reina Liliuokalani, la última soberana de las islas Hawaianas.
Morrnah, que ha dado conferencias en la Universidad de Hawaii, estuvo en Filadelfia para un taller de fin de semana sobre “Metafísica Hawaiana” y luego tuvo que ir a Baltimore para una conferencia en la Universidad de John Hopkins.
¿Qué es lo que hace exactamente- no como conferencista sino como kahuna? Bueno, aunque su inglés es tan perfecto como el de un locutor de radio, tuve problemas para comprender lo que decía. Esencialmente era esto…
Tendemos a estar embrujados por nuestros miedos, emociones, ideas y reacciones, que contribuyen no sólo a crear nuestros malestares del presente, del día a día, sino también nuestras enfermedades- porque muchas enfermedades pueden ser “atribuidas puramente a las presiones que creamos”. El papel de una kahuna es ayudar a drenar y borrar la basura que está contaminando nuestra existencia -de la misma manera que reparamos y destruimos información inútil almacenada en la computadora.
Ahora bien, eso no suena irrazonable, ¿verdad? Obviamente lo que debe ocurrir, si algo realmente ocurre, es que nos sentimos mejor después de una sesión con nuestra kahuna porque esperamos sentirnos mejor. Es el viejo efecto placebo acerca del cual Herbert Benson, el cardiólogo de Harvard, ha escrito extensamente y hacia el cual la medicina moderna está finalmente mostrando cierto respeto.
Bueno, Morrnah no había escuchado acerca del efecto placebo, pero después de que fue explicado dijo que no era un factor, porque algunos de aquellos con los que trataba realmente no tenían grandes expectativas. Para algunos, era sólo otra pausa en su interminable búsqueda de felicidad y plenitud.
Pero lo extraño, dijo Morrnah, era que la búsqueda era abandonada después de conocerla -porque el problema se iba. Además podía ayudar a personas que ni siquiera conocía- trabajando con los que iban a verla a ella.
Todo lo que se requería, dijo ella, era un pedido al divino creador de nuestra elección “a través de la divinidad que está en el interior de cada persona… que es realmente la extensión del divino creador”.
La liturgia es así:
“Divino creador, padre, madre, hijo como uno… Si yo, mi familia, parientes y ancestros te han ofendido a ti, a tu familia, parientes y ancestros en pensamiento, palabras, hechos y acciones desde el principio de nuestra creación hasta el presente, te pedimos perdón. Que esto limpie, purifique, libere, corte todos los recuerdos negativos, bloqueos, energías, vibraciones y trasmute estas energías no deseadas en luz pura… Y está hecho”.
El pedido se llama Ho’oponopono y puede ser identificado con cada religión, porque, en palabras de Morrnah, “en cada fe hay siempre una parte de la liturgia en la que pedimos perdón a los que ofendemos…Pero vamos más allá… a la familia, parientes y ancestros, porque posiblemente algunos de los problemas derivan de un abuelo que le cortó la cabeza a alguien en otro siglo”. Eso que expulsamos se trasmuta en “luz pura”, dice ella, porque sino “contaminaríamos la atmósfera” con nuestra basura. “Pero como luz pura no contamina”.
En el instante en que ella dice “está hecho” tiene lugar la transmutación y “la computadora automáticamente borra” la basura que ha estado almacenada… ¿quién sabe por cuánto tiempo?
La gran cosa del sistema, dice ella, es que es “simple, realizable e infalible… y cualquiera lo puede hacer, del más joven al más anciano”. Es difícil para muchos intelectuales comprenderlo “porque es tan simple” pero realmente es infalible. ¿No tendría yo un problema sobre el que me gustaría que ella trabaje?
Bueno, pero ¿cómo podría escribir algo para esta entrevista? Todos pensarían que estoy loco- y no los culparía. Pero está bien, Morrnah, cualquier cosa para seguir el programa. Las cosas no han estado bien con mi hijo mayor, Jay, desde mi divorcio, y las cosas han estado amargas con mi ex esposa ciertamente.
“Divino Creador, padre, madre, hijo y uno… Si yo, mi familia, parientes y ancestros han ofendido”.
No mucho después de finalizada la entrevista me olvidé de ella. Después de todo, tenía que volar a Carolina del Norte donde los abogados estaban finalizando un asunto que había quedado pendiente de mi divorcio.
Jay tiene 22 años y el invierno pasado, cuando lo había visto por primera vez después de tres años, me mantuvo a distancia, me dijo que no podía considerarme un padre, que quizá podríamos ser amigos – pero no muy cercanos, porque no teníamos mucho en común.
La otra noche terminamos de cenar en un restaurante, él y mi hijo menor Grant. Luego de que Grant se fue a su departamento en el campus de su universidad, Jay y yo nos subimos a mi auto alquilado y dejamos el estacionamiento. En ese momento Jay bajó el volumen de la radio y me dijo que ahora se sentía diferente con respecto a mí.
“Sé que me amas”, me dijo. “Y realmente lo necesito. Quiero que sepas cuánto te respeto y cuánto te admiro como persona”.
Al día siguiente me encontré con mi ex esposa y luego de que los abogados se fueron me dijo que ya no sentía amargura hacia mí, que lo que había pasado era probablemente lo mejor y que ambos habíamos crecido a consecuencia de ello.
Cada una de las conversaciones me parecieron cambios drásticos con respecto a las situaciones anteriores. Era extraño que hubiera sucedido en 24 horas.
No fue hasta que volví a Filadelfia que me encontré con los apuntes de la entrevista con Morrnah Simeona, la kahuna.
Morrnah, no fuiste tú, ¿verdad?
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